domingo, 16 de septiembre de 2007

Rumbo a San Petersburgo

El mismo día 6

Subimos a la hora prevista y cogemos el último compartimento, ¡agobiante! muy estrecho, con mucho calor, me senté en una de las camas y ya no me moví hasta el día siguiente. Al rato de instalarnos y colocar un poco las maletas, vino una Señora Argentina, muy agradable por cierto, a ocupar la cuarta cama. El revisor o encargado del vagón, ya se encargó de preguntarnos si éramos 4 personas. Al poco rato y ya con el tren en marcha dirección a SAN PETERSBURGO, volvió el cuidador del vagón y nos ofreció café, previo pago ¡claro!, (60 kopes cada uno) y nos trajo un tanque de café negro de puchero para que pasáramos la noche “admirando el paisaje”. Para distraernos un poco y no pensar en el agobio, decidimos echar una partidita a las cartas, la Sra. que se llamaba Felisa, se acopló y se durmió para descansar de lo ajetreado del viaje, pues la pobre iba bien cargadita de equipaje.

Pasadas dos ó tres horas, decidimos apagar la luz y dejar de jugar para no molestar a los demás, Mari Mar subió al palomar y durmió por espacio de dos horas aproximadas, Tomás se atravesó en mi cama, pero como nos habían dicho que robaban en el tren, se tumbó en el suelo haciendo guardia, yo tampoco me pude dormir, y como no anochece totalmente, lo llaman Las Noches Blancas” (aurora boreal), desde mediados de Mayo a mediados de Julio, vi como iba amaneciendo y la salida del sol, fue emocionante, no quería perderme esta experiencia tan fantástica..

Poco más de las 5 de la madrugada se despertó Felisa y se fue a por unos cafés, igual de negros que los que nos había traído el cuidador y en el mismo tanque, supongo que venían del mismo sitio, nos lo tomamos y a continuación los tres desayunaron y se comieron la cena que teníamos del día anterior. Poco después llegábamos a las 9,40 h de la mañana.

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