viernes, 12 de marzo de 2010

KHAJURAHO, CIUDAD DEL AMOR

Hacia el Safari
En una aldea
El interior de una casa

Dejamos las maletas en la habitación y nos damos una vuelta por el Hotel, no está mal, la habitación está limpia, pero el Hotel en sí le falta el mantenimiento. Comemos en el Restaurante del Hotel, seguimos sin perder la costumbre de los espaguetis y del arroz. Terminada la comida Marimar se echa su siesta y nosotros nos vamos a recepción, donde nos está esperando el guía. Esperábamos no ir solos, pero cuál fue nuestra sorpresa, teníamos un jeep con un chico muy joven como conductor. Subimos al jeep y nos pusimos en marcha, ya por el camino me dí cuenta que este guía no tenía nada que ver con los otros que habíamos tenido, ni tenía la discreción de Bala ni la simpatía de Kamlesh, era agobiante y pesetero.
Nos llevó a un parque que estaba completamente seco, nos metió por un caminillo estrecho y nos señalaba un chacal, dos o tres ansares, algún mono, pavo real y poco mas, volvimos para atrás y nos llevó a un parque forestal, con un palo por barrera, pagó alguna rupia o hizo que pagaba y fuimos a ver las "Cataratas" de Kenya, cuando llegamos al final del camino, bajamos del coche y enseguida se nos acercó otro "guía" que nos le presentó como el guía del parque, para recorrer cinco metros hasta llegar a la valla, donde se podía ver por donde caía el agua cuando hay, o sea cuando llueve y cuando son los monzones, porque estaba seco, sólo un charquito, el caso es que la vista era bonita, pero no pasaba de ahí.
Kubala se encargó enseguida de decirnos que teniamos que darle tantas rupias al "guía", también nos dijo que teníamos que dar tantas rupias al conductor, o sea que mientras que él se embolsaba los 50 € que nos costó la mie..... de la excursión, nosotros teníamos que ir pagando a todos los que se iban arrimando. Cuando llegamos de la opcional me presentó un papel para que le firmara y al mismo tiempo le pusiera que era un guía excelente, le dije que no, le puse "very well" y me dijo que por qué no "excelente", a lo que le contesté, porque eres muy agobiante y no lo aguanto, aún así me presionó a que le pusiera "muy bueno". Estaba cabreada, y le dije a Tomás que le diera unas rupias al conductor, pero nunca lo que él nos había marcado. Kubala era agobiante, abusador y muy cara dura, tenía alrededor de 50 años.

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